lunes, 27 de febrero de 2017

Yo

En el momento que huía de mí misma,
me hicieron un control de "alcohemociones"
Y di positivo.
No se puede huir de tus propias consecuencias.
Así que me amotiné en la cárcel,
que yo misma había tirado la llave al mar,
y dejé volar mis sentimientos.
Mejor dicho, los eché.
En ese momento todo dentro era hierro.
Tomé el control de nuevo del viento en mi pelo, del color de mis labios,
del polvo de mis rodillas.
Tomé el control del tráfico de las lagrimas y abrazos de mi bebé,
de entender y apreciar el motivo de ambos.
De las horas sin mamá,
de las cervezas con papá.
Sus faltas de ortografía no entendían de puntos finales ni puntos aparte.
De echo no entendía de nada que se hiciera con papel y boli.
Así que buceé en el océano helado de todas las emociones esquivando icebergs.
Frío, frío, mucho frío.
Hasta que comprendí mi tristeza y me enemiste con ella.
Y entonces encontré la llave: era yo.

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