jueves, 19 de marzo de 2015

Declaración de amor

Abrazas mi poesía de tal manera que tiembla.
No se si al verte venir o al haberte marchado.
Solo sé que me tiembla el pulso 
y se corre la tinta.

Eres como una nana pero para adultos.
Suave y con la intención de llevarte a la cama.
Y allí hacer una vida de ti.

Y nos volvemos cobardes donde el miedo
nos hace despedirnos en cada mirada,
donde nuestras manos son dueñas 
del cuerpo contrario.

Los te quiero se fraguan debajo de mi lengua,
y cuando trago saliva 
los robas lamiendo el cuello
de la forma más lasciva que existe.

Nos adueñamos del miedo del otro
y crecemos sin condiciones.

La meta no existe, hemos ganado desde que hemos cruzado la puerta de la habitación.
Sin embargo el corazón esta acelerado, a pesar de permanecer de pie inmóviles uno frente al otro.
No es una carrera pero tengo prisa de ti.
Tu rostro es un velero perdido,
guiado por el faro de mis ojos.
Te gustan.
Vives en ellos,
Sueñas en ellos,
Mueres en ellos,
Resucitas en ellos.

Te miro bonito. 
Te miro como si cada segundo que lo haga, sanara las horas separados en que no pueda hacerlo.
Nos miramos y lloro.
Porque me miras de esa manera tan tuya que me hace vulnerable.
Y sueltas un 'te quiero mía para siempre' y tu me aprietas más fuerte.
Me disuelvo en la oscuridad.
Como cuando aprietas los ojos y ves puntitos blancos.
Me vuelvo mota de polvo, un cielo plagado de estrellas, una boca llena de besos, un pecho a punto de estallar.
La ciudad se calla para oírnos gemir y mi sudor sella la paz entre mi espalda y las sábanas.
Lamer o morder no es proporcional a la sed o el hambre que se tenga. 
Es cuestión de que eres tú y no hay más.
Hacemos el amor haciendo un pulso a la rutina.
Cambio los años que se nos echan encima por el peso de tu cuerpo sobre el mío.
El peso y el beso de tu cuerpo sobre el mío.
Lo que no cambio es cómo consigues que cada noche sea la mejor noche de todas.

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