miércoles, 25 de febrero de 2015

Menos es más

El tiempo que tardas en olvidar a alguien es inversamente proporcional a la intensidad con la que lo has querido.
Me hice la dormida fingiendo no esperarte. Yo también puedo hacerte creer que te quiero poco.
Un te echo de más no viene mal nunca, si luego le precede un de menos.
Proponer olvidar es recordar más.
Creo que esta frase se ha planteado de mil maneras diferentes.
Y nadie lo ha conseguido.
Hagamos recuerdos nuevos que la memoria de mi piel no da a basto.
Y dolerte ahora que no me dueles tanto.
La distancia que más miedo da es la que hay desde el corazón a la cabeza.
El pensamiento no puede tener tanto recorrido. Y si lo acompañamos de silencios, puede ser el muro más alto de todos.
Hay corazones que echan la llave contigo dentro, 
que quedas encerrado,
que le gusta verte ahí todo el día.
Y sea la hora que sea, cuando mira, que estés ahí.
Pues ahora se me antoja que me eches de menos.
Que un día abras los ojos y no veas ahí mis labios para besar.
Devolverte los silencios y las esperas.
Y que sufras....

domingo, 22 de febrero de 2015

Ausencia con patatas

Qué raro todo sin ti.
Como esa espina sin rosa o un año con Abril.
Te leo en todas las promesas y eres dueño de todo el invierno.
Discuto con la almohada por un lado inexistente y luego no tengo con quien consultarlo.
Te veo en el carnicero, en el frutero, hasta en esa señora que pasea al perro. 
Visiones como un oasis sin desierto.
Un solo de piano para una sola de pena.
Pero música. Que haya música, que aunque tu no lo sepas tenemos nuestra canción.
Todo tiene su banda sonora. Incluso el ruido de la calle, de fondo lleva un tarareo. Y sino, de qué pensarte.
Leña del corazón caído, buscando calor.
Mala letra, papeles quemados, humo, silencio. Demasiado.
El eco es mas grande que yo. No puedo ni cerrar la puerta pero a ver si se larga ya.
La única ventana que abro es la de la poesía.
Cuanto más escribo más te veo 
y eso es maravilloso.
Así que dejaremos el poema sin punto final, a ver si apareces

martes, 17 de febrero de 2015

Tanto algunas veces

Un abrazo tuyo ahora mismo me haría inmortal, lo juro.
Te necesito tanto algunas veces
que con oler tu aliento,
con oír un suspiro,
me es suficiente como sujetarse a un fino hilo y salvarse.
Y así pasar los días, de pie, en lugar de rodillas.

Tanto algunas veces, que muero de miedo de tanto que es.
Necesitada, rozando la desesperación.

Como cualquier animal a falta de cubrir sus necesidades más básicas: sed, alimento, TÚ.
Tanto algunas veces como para creer que me curas.
Cuando en realidad más cicatrices, mas costuras descosidas, más entregada, más rota, más infierno.

No sé caminar con las heridas abiertas.

No hagamos más largo el invierno, dame un abrazo, uno, y caigo cien veces a tus pies.
Si he de perderte de vista quiero ganarte la boca.

Dame ya una piedra que rompa el hielo que bloquea este silencio, que su eco duele.
Ven a darme un abrazo que me acerque al verano.
Y con nuestro sudor y nuestras lágrimas seamos agua. 
Rocemos orillas.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Qué pena no compartir la ciudad contigo

Voy a pasear por la ciudad,
imaginarme que vas conmigo de la mano,
que en tu mesita de noche es nuestra foto la que abandera esas almohadas con restos ahora de otro pelo que no es el mío.

La ciudad es mas acogedora si te imagino bajo el tejado de alguna de esas casas, preparando café, aunque no sea mi trasero el que lo espera en tu cocina.

No hace falta que bajes al perro a marcar cada esquina. Ya lo he hecho yo. Lo de marcar digo.
Cuando pases con ella agarrada del brazo, no la sueltes.
Corre el peligro de enamorarse de mi. O de esa esquina.

He dejado un beso en cada farola
para cuando pases puedas cogerlos.
De echo creo que irán ellos a por ti y no al revés.

Qué bonita está la ciudad sin mi,
con sus adoquines gastados en la parte antigua,
qué explosión con sus jardines en flor,
qué bonito el sol asomando por sus calles,
qué mierda todo sin ti.

Un ser sin estar.
Ser el autobús que se te escapa,
para que me mires con rabia.
Ser el taxi que te entrega puntual y verte salir con una sonrisa.
Ser el semáforo que sonroja cuando te detienes frente a mi.
Ser la hoja seca que revolotea buscando que la pises, que la crujas.

Pero ya no vas en el bus como para perderlo, te perdí yo a ti.
Mucho menos en taxi, te hace sonreír otra.
Y ya no sonrojo con nadie. Es ella la que sonroja por ti.

Me gustaba más esta ciudad con nosotros.
Pero tu que duermes con otra,
que desayunas con otra,
que paseas con otra....
Me gusta más esta ciudad conmigo.

lunes, 9 de febrero de 2015

A descosidos con la vida

El vuelo de mi falda hace acrobacias con mis rodillas.
Y mis muslos, catapulta de tus sueños.
Desde ti soy más yo.
Y contigo muero a la vez que sin ti.

De todos los botones que tiene una camisa no es casualidad que se caiga el más canalla de todos.
No es casualidad, es destino.

Dar rienda suelta a la imaginación y que se desboque.
Quiero des-bocarme contigo, 
y que me borres la boca de tanto usarla.

Dices que aunque sea invierno,
puedo ponerme esa falda de flores, la de vuelo, con la que hago paracaidismo antes de caer sentada sobre ti.
A mi me gusta quitarle la soledad a tu cremallera y que expulses el invierno de dentro.

Tengo ganas de descalzarme el cuerpo,
sentir en el alma todas las texturas al rozarla con la tuya.
Yo no quiero que el roce haga el cariño, el cariño no provoca orgasmos.

No me gusta quedarme sola porque luego no tengo quien me ayude a subir la cremallera al cuerpo.
Y luego voy todo el día enseñando el alma por ahí.
Si no puedo verte los ojos,
es como si no tuviera boca.
Además tener tu ausencia provoca presencias innecesarias.

Te dejo ir si te llevas el botón caído de la camisa que marca la diferencia entre coserlo y provocar tu inquietud antes el misterio o no y dar así el pistoletazo de salida.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Cuando el reloj dice no

Y lo que duele el interior de la boca con todo el amor ahí centrifugando cuando no puede salir.
Con todas las ganas apretándolas hacia dentro.
Si no vas a quedarte, para qué.

Creo que voy a llorarte como una viuda. 
Solo que la que se muere soy yo. 
De tristeza. 
Aunque paradójicamente eso hace que te sienta más presente.

Una máquina apisonadora, lenta y pesada, viene hacia aquí.
Tendremos que quitarnos de en medio.
Pero la sensación que tengo es que el único que se aparta eres tu.
Cuando pasa soy papel manchado de versos rotos.
Quédate.

Pero el reloj marca horas diferentes según la muñeca que lo sostiene.
Una quiere que llegues,
la otra que no te vayas.
Y en el fondo no son tan diferentes.
Ambas te quieren. 

Quedarme con el río que desemboca dentro. 
Con un poema abriendo las alas en mi interior.
Eso me pasa.
Como a esa niña que le suspenden la función. Los payasos no saldrán a escena. Están tristes y hoy no llenaran de risas la carpa.
Voy a recoger la mía a la salida.

Y la hora en punto llega y dice no. 
Te marchas, te acabas, eres niebla y castillo en el aire. Humo.
Así que no me queda otra 
que decir hola al adiós.

domingo, 1 de febrero de 2015

Poeticemos

Me detengo en la mirada 
por el stop de tus labios.
Poetizar la cara.
Eyacular los versos a bocajarro.
Buscar el origen de las rimas inexistentes.
Solo palabras esparcidas por la cama,
Como pétalos huérfanos de primavera.
Versos de colores:
Rojo nalgas,
Verde ojos del desamor,
Naranja puesta de sol o sobre ti.
Ahogarte sin dudar en ese mar.
Y resurgir con el rugido del orgasmo de las sirenas.
Recitar sin musas.
Envalentonar un alma repleta de cuerpo.
Aterrizar sobre bellos de punta 
(sin frío).
Adecentar un poema entre coños y pollas.
Cómo cerrar la boca del asombro.
Rima asonante o consonante
para palabras mal sonantes.

Un poema, un amor.
Un amor, un desastre.
Un desastre, un poema.

Y ese es el origen.