martes, 17 de enero de 2017

Suicidio emocional

Hoy llamó a mi puerta
un buen recuerdo tuyo. 
Pero cuando he abierto,
me ha aplastado como esa manada en estampida.
Debería haber mirado primero por la mirilla.
No es que no me guste recordarte.
Lo bueno si.
Pero es que luego me cuesta reponerme un par de días.
Ojalá inventaran unos tarros especiales para guardarlos.
Pero es que si se consiguiera eso,
también existirían tarros de lágrimas.
Seguro.
Por eso yo escribo.
Porque puedo besarte sin tenerte 
o llorarte sin que me hayas ofendido.

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