jueves, 28 de mayo de 2015

Inexplicable para lo claro que lo tengo

No me puedo estar quieta
cuando pienso en ti.
Las orugas aceleran su transformación 
en inquietas mariposas 
para revolotear a destiempo 
en busca de un nuevo mundo.
Del suelo al cielo.
Pues así yo contigo.

A veces fundida en tus sabanas,
otras con la piel arrancada para proteger la tuya.
Arropándonos sin nada entre nosotros,
solo con susurros y miradas.
Y silencios, de esos tan cómodos como ensordecedores.

La penumbra de la noche 
se ve interrumpida 
por el brillo de tus ojos.
Sigo pensando que es increíble 
como me miras 
cuando entramos en ese estado de conexión 
viendo cómo nos miramos mutuamente.
Increíble.

Y me tocas el alma sin levantar un dedo.
Y me levantas el alma sin tocarme un pelo.

Eres droga. De la dura.
Y lo digo mientras te asoma el ansia por la bragueta, rompiendo esa soledad a la que pienso serle fiel compañera.

Aun no estás dentro de mi,
pero siento como eyaculan tus palabras sobre mi pecho
gateando entre mis piernas,
haciéndote un cinturón con ellas.

Y llegado el momento,
me encadeno a tu cuello
con el mejor abrazo 
que se me ocurre en ese momento:
con todas mis fuerzas.

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