miércoles, 11 de febrero de 2015

Qué pena no compartir la ciudad contigo

Voy a pasear por la ciudad,
imaginarme que vas conmigo de la mano,
que en tu mesita de noche es nuestra foto la que abandera esas almohadas con restos ahora de otro pelo que no es el mío.

La ciudad es mas acogedora si te imagino bajo el tejado de alguna de esas casas, preparando café, aunque no sea mi trasero el que lo espera en tu cocina.

No hace falta que bajes al perro a marcar cada esquina. Ya lo he hecho yo. Lo de marcar digo.
Cuando pases con ella agarrada del brazo, no la sueltes.
Corre el peligro de enamorarse de mi. O de esa esquina.

He dejado un beso en cada farola
para cuando pases puedas cogerlos.
De echo creo que irán ellos a por ti y no al revés.

Qué bonita está la ciudad sin mi,
con sus adoquines gastados en la parte antigua,
qué explosión con sus jardines en flor,
qué bonito el sol asomando por sus calles,
qué mierda todo sin ti.

Un ser sin estar.
Ser el autobús que se te escapa,
para que me mires con rabia.
Ser el taxi que te entrega puntual y verte salir con una sonrisa.
Ser el semáforo que sonroja cuando te detienes frente a mi.
Ser la hoja seca que revolotea buscando que la pises, que la crujas.

Pero ya no vas en el bus como para perderlo, te perdí yo a ti.
Mucho menos en taxi, te hace sonreír otra.
Y ya no sonrojo con nadie. Es ella la que sonroja por ti.

Me gustaba más esta ciudad con nosotros.
Pero tu que duermes con otra,
que desayunas con otra,
que paseas con otra....
Me gusta más esta ciudad conmigo.

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