miércoles, 4 de febrero de 2015

Cuando el reloj dice no

Y lo que duele el interior de la boca con todo el amor ahí centrifugando cuando no puede salir.
Con todas las ganas apretándolas hacia dentro.
Si no vas a quedarte, para qué.

Creo que voy a llorarte como una viuda. 
Solo que la que se muere soy yo. 
De tristeza. 
Aunque paradójicamente eso hace que te sienta más presente.

Una máquina apisonadora, lenta y pesada, viene hacia aquí.
Tendremos que quitarnos de en medio.
Pero la sensación que tengo es que el único que se aparta eres tu.
Cuando pasa soy papel manchado de versos rotos.
Quédate.

Pero el reloj marca horas diferentes según la muñeca que lo sostiene.
Una quiere que llegues,
la otra que no te vayas.
Y en el fondo no son tan diferentes.
Ambas te quieren. 

Quedarme con el río que desemboca dentro. 
Con un poema abriendo las alas en mi interior.
Eso me pasa.
Como a esa niña que le suspenden la función. Los payasos no saldrán a escena. Están tristes y hoy no llenaran de risas la carpa.
Voy a recoger la mía a la salida.

Y la hora en punto llega y dice no. 
Te marchas, te acabas, eres niebla y castillo en el aire. Humo.
Así que no me queda otra 
que decir hola al adiós.

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