domingo, 11 de enero de 2015

En algún lugar de cuyo nombre me acuerdo todos los días.

De esos días que se te sale la poesía por la boca y los ojos.
Que su nombre es el eco
de cada ruido en un día cualquiera.

Que está nublado y crees que hace sol o ya no sabes si realmente es el sol el que te deslumbra el rostro,
o es el reflejo de su sonrisa.

Un día de escritos en una servilleta junto a la marca del rojo de mi pintalabios.
Un día de café en el bar de la esquina.
El café es la excusa, 
la esquina va a ser aquel lugar que recordar.
La complicidad de nuestras miradas
delatada por el titubeo del camarero en su 'qué quieren tomar'....
Se quieren? 
Qué se quieren?
Se quieren tomar?

El ruido de mis tacones
ya no son eco en la cuidad.
Ahora revolotean al lado de los tuyos.
No tenemos prisa pero siento el paso ligero.
Voy cogida de tu brazo,
y oigo la locomotora que llevas en tu interior.
Mi cuerpo tirita por fuera pero arde por dentro.
'Más madera'

Hoy estás guapo.
No es la ropa ni como me miras.
Es todo. Eres todo tú.
En cómo me cuentas tus cosas
desde lo alto del globo terráqueo, 
como una gran bola.
Y yo te miro desde abajo,
como los niños a un cuenta cuentos, ensimismada,
deslizándome por el meridiano que recorre tu mandíbula.

Hablar de cosas banales,
solo hace que camuflar lo que gritamos ambos por dentro.
Vamos a salirnos de la vía!

Yo solo espero que te guste dormir en el lado derecho de la cama,
porque el izquierdo, es el mío.

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