jueves, 9 de octubre de 2014

Por qué cuando no estás, es como si te multiplicaras por dentro.

La nostalgia es ya un ritual aprendido y en la almohada no me cabe mas sueño si no es el de estar contigo.

Tu voz me suena tan lejana cuanto mas gris es el día, como esas tormentas sin truenos.

No sé si bebo para olvidarte o me bebo enteros los recuerdos de no tenerte.

A veces llueven lágrimas, y los cocodrilos del estanquen se vuelven dóciles sin ellas.

Me dejo llevar por el arrebato de los silencios. Cuanto mas callas mas grande se hace el reloj.

Tengo la veleta seca de beber tus vientos. Y cuanto menos soplas más me despeino.

Pero toda calma merece una buena tormenta. Entonces es cuando llegas.
Y se DE-SA-TA

A veces caigo a tus pies, muerdo, mastico y escupo el polvo.
Otras salgo corriendo cerrando tras de mi puertas de deseo y ventanas de soledad.
Y corro, corro lejos. Pero te huelo allá  donde vaya y mi lengua relame cualquier sombra masculina.

Pero hay un momento exacto, a una hora en concreto, de un día cualquiera, que somos tu y yo. 
Y a ese nosotros no hay rayo que lo parta ni cocodrilo que lo muerda.

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