lunes, 29 de septiembre de 2014

Bailar por no follar

Hay veces que apareces tarareando en mi cabeza. Cuando llegas al corazón, ya eres melodía.

Soy de corazón nudista, en cuanto llegas, me despeloto el alma.
Y suena nuestra canción.

Un baile. Una lenta. Pegaitos.

No me mires a la boca que he jugado un rato con el viento y la tengo cortada. 
Mira mis sonrojadas mejillas y veras como parpadean mis pezones.

Y bésalos. 
Bésalo todo como lo ames. O ámalo como lo beses. Tu mandas.

Estas muy cerca- te digo con los ojos cerrados y la boca entreabierta.
Y pronto estaré dentro- me sugieres.

Un vaivén donde todo baila con todo. Mis pies descalzos de puntillas frente a tu altura.
Los hombros alimentando nuestro enfrentamiento. 
Mis pechos erizados peinando tu respiración. 
Mis ojos me miran las ganas que escondo dentro. 
Mis oídos se 'escalofrian' al escucharte cerquita.

Y si todo eso no fuera suficiente, tus manos gobernando mi cintura. 
Una anarquía donde pierdo toda autoridad.

Hasta que el baile deja de ser baile cuando nuestra ropa interior se enamora del suelo.
Y entonces empieza la guerra.

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