lunes, 11 de abril de 2016

La droga del alma es la vida. Contigo.

Cierro los ojos y te siento aquí conmigo.
Pero tu cuerpo descansa en tu hogar.
Mi alma en cualquier sitio menos dentro de mi cuerpo.
Siempre fui de alma inquieta,
de mente despierta,
pero de cuerpo dormido.
Y llegas tú y me lo despiertas todo.
Mi corazón que creí indomable 
lo llevas colgado de tu pecho.
Y sonríe con el balanceo de tus andares.
Tú de cuerpo aventurero,
alma profunda y una mente que nada para.
Me elevas la curiosidad a lo más alto de un árbol.
El misterio que te envuelve no es nada al lado de la sorpresa de descubrirte cada día. 
Lo que hoy un beso me despierta,
mañana una sonrisa me mata.
Somos droga. 
Nos drogamos mutuamente.
Yo de ti y no sé cómo.
Tú de mí y aún menos lo sé.
Pero es realmente así.
Pura droga eres que me atrapa,
me eleva,
me hace tropezar,
me hace cosquillas en el coño
y herida en el alma,
me descose los hilos de la armadura
y me bombea a cien el corazón.
Parece una locura pero no lo es.
No es un subir y un bajar.
Locura es la balanza que formamos.
¿Cómo equilibrar tu respiración acelerada, con mi serena mirada,
tú sermón acertado
con mi pataleta interior?
Rásgame las pestañas y córreme el rímel.
Silencia mi pecho, acelera mis labios.
Arquea mi espalda 
y entona la mejor  melodía 
con cada vértebra.
Doma tus pensamientos.
Yo solo tengo que abrir los ojos 
y notar como tu lengua 
dilata mis pupilas,
recogerme el pelo para que aniden tus malos pensamientos,
abrir mi corazón y apretarme los pechos,
cerrar mis piernas y que tu abras los brazos.
Sigamos sintiéndonos y la vida nos hará hueco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario